Nacieron en el mismo pueblo, sus familas se conocían porque parientes suyos vivían pared con pared pero a pesar de todo se ignoraban, ella se dejaba cortejar por los muchachos en el baile, él hacía que la gente bailase al tocar el violín en la orquesta... un día una merienda campestre sentó las bases, unas miradas, unos guiños y todo cambió, tenían apenas veinte años y ya se sabe como es el amor a esa edad pero sus fogosas intenciones debieron esperar, una guerra los separó y sabían el uno del otro a través de las cartas que conseguían mandarse, se vieron un par de veces cada año y finalmente el 31 de agosto de 1.946 decidieron que su amor era bastante grande como para sobrevivir a esto y más, se casaron por la iglesia a las siete de la mañana, ella traje azul marino y pelo recogido en la parte de arriba y el con traje y corbata, la hora intempestiva de la boda les impidió celebrar un banquete en mínimas condiciones y se tuvieron que contentar con un tentempié, debían tomar un tren que les llevaría a la capital donde pasarían su noche de bodas y luego coger otro tren hasta su destino final. Era tiempo de posguerra y cada uno sobrevivía como podía. Tuvieron suerte, él encontró trabajo en una empresa de lámparas y por las tardes arreglaba transistores en casa para ganarse algún dinero extra, ella llevaba la economia doméstica. A los dos años vino la niña, deseada, esperada como agua de mayo... ahora sus tardes de domingo transcurrían entre comidas campestres con sus amigos de toda la vida y sus vástagas (hoy también amigas entre ellas) y sesiones dobles en los cines de reestreno... La niña fue creciendo y se convirtió en la reina de la casa sin llegar a ser mimada, conoció a un chico que le hizo tilín, gracias al novio de una de sus amigas y con el tiempo ese chico se integró en la familia convertido en marido y yerno. A los pocos años los padres se convirtieron en abuelos de dos niñas, esas niñas han crecido y ahora ya son unas mujeres, podríamos decir hechas y derechas, que nunca olvidarán quien les enseñó a ir en bicicleta, a descubrir la ciudad, la pasión por los libros, la vida de pueblo... La vida les ha dado golpes inesperados, la desaparición de amigos irremplazables, enfermedades y no por eso han cambiado aquello que sienten el uno por el otro. Hoy tienen ochenta y siete años, llevan sesenta años juntos y continúan como el primer día, toda una vida llena de amor en la que tengo el privilegio y la suerte de haber compartido su camino. Felicidades
Foto: Dsdmona
Conozco una pareja exactamente igual. No soy dada a emociones, pero se me han saltado las lágrimas.
ResponderEliminarMuchas felicidades a la feliz pareja y enhorabuena a sus retoños por poder compartir tan hermosa historia.
ResponderEliminarUna bella historia sin duda. Felicidades a todos sus protagonistas y gracias por transmitirla con hermosas palabras XDDDD
ResponderEliminarDales un beso bien fuerte de mi parte. Son maravillosos.
ResponderEliminar