Marta Ribas tenía un futuro prometedor cuando conoció a Antonio, pero una lealtad mal entendida trastocará sus vidas. Cuando Antonio cae enfermo, Marta se ve obligada a ponerse a trabajar, exponiéndose a las murmuraciones del vecindario y a la indignación del esposo, humillado en su hombría.
Pero a Marta se le presenta una
Ha sido el libro escogido por Senderos Íberos para el club de lectura del mes de Mayo-Junio.
Tras lo mucho que me gustaron El alma de las piedras y Las tres heridas no dudé en tirarme de cabeza a leer esta nueva novela.
La he disfrutado y odiado a cada instante. Me he enamorado de sus personajes pero a la vez los hubiese matado a todos y cada uno de ellos, no hubiera salvado a nadie. Esto que puede parecer una contradicción (que lo es) tiene mucho más sentido cuando estás inmersa en la historia y sufres y disfrutas con los personajes.
Ambientada en la postguerra española nos encontramos con Marta Ribas, hija de diplomático y mujer de cultura y mundo, casada con Antonio Montejano, antiguo anticuario, que ahora trabaja en la notaría de su buen amigo Rafael. Viven en un piso oscuro y sin apenas ventilación, mientras que su piso es ahora ocupado por la notaría.
El cómo y el porqué han llegado este matrimonio a esta situación lo vamos sabiendo a medida que va transcurriendo la historia y se van desvelando todos los misterios. Rafael, Próculo y Antonio son amigos de la infancia y en esta estrecha relación se cimienta el desarrollo de los personajes y su evolución.
Los personajes están tan bien construidos que los amas, son tan vivos que no tienes más remedio que interactuar con ellos y es ahí, en esas situaciones, donde (desde mi manera de ver las cosas) los odio con todo mi ser. Unos por mojigatos y tan crédulos que piensan que rezando un Ave María todos los males del mundo sanarán (Virtudes y su hija Virtuditas), otros por machistas y egoístas (Mauricio, Antonio), otras por no tener el coraje suficiente (hasta que ya es tarde) para hacer que su vida cambie radicalmente (Elena, Julia, Marta)... Si ya sabemos que en esa época los maridos tenían todo el poder, que sin ellos poco se podía hacer pero una pequeña rebelión, un acto de altivez, quizás, hubiera servido para cambiar las cosas y no tener que lamentarse al final.
Es muy difícil resumir en esta reseña todas las sensaciones que se tienen leyendo esta novela, sólo puedo decir que es una parte de la historia, que está tan bien contada que parece estar viviéndola en ese mismo instante y que los personajes en cualquier momento te darán la mano y entrarás a formar parte de la historia.
Y una de las partes más importantes de la historia, un personaje más, es la música, preciosa, impactante e imprescindible.
Una delicia que hace descubrir a una gran narradora sino las has descubierto aún.
Gracias a Paloma Sánchez por haber tenido el detalle de dedicarme un ejemplar y a Senderos Íberos por proponer su lectura.
Pero a Marta se le presenta una
Ha sido el libro escogido por Senderos Íberos para el club de lectura del mes de Mayo-Junio.
Tras lo mucho que me gustaron El alma de las piedras y Las tres heridas no dudé en tirarme de cabeza a leer esta nueva novela.
La he disfrutado y odiado a cada instante. Me he enamorado de sus personajes pero a la vez los hubiese matado a todos y cada uno de ellos, no hubiera salvado a nadie. Esto que puede parecer una contradicción (que lo es) tiene mucho más sentido cuando estás inmersa en la historia y sufres y disfrutas con los personajes.
Ambientada en la postguerra española nos encontramos con Marta Ribas, hija de diplomático y mujer de cultura y mundo, casada con Antonio Montejano, antiguo anticuario, que ahora trabaja en la notaría de su buen amigo Rafael. Viven en un piso oscuro y sin apenas ventilación, mientras que su piso es ahora ocupado por la notaría.
El cómo y el porqué han llegado este matrimonio a esta situación lo vamos sabiendo a medida que va transcurriendo la historia y se van desvelando todos los misterios. Rafael, Próculo y Antonio son amigos de la infancia y en esta estrecha relación se cimienta el desarrollo de los personajes y su evolución.
Los personajes están tan bien construidos que los amas, son tan vivos que no tienes más remedio que interactuar con ellos y es ahí, en esas situaciones, donde (desde mi manera de ver las cosas) los odio con todo mi ser. Unos por mojigatos y tan crédulos que piensan que rezando un Ave María todos los males del mundo sanarán (Virtudes y su hija Virtuditas), otros por machistas y egoístas (Mauricio, Antonio), otras por no tener el coraje suficiente (hasta que ya es tarde) para hacer que su vida cambie radicalmente (Elena, Julia, Marta)... Si ya sabemos que en esa época los maridos tenían todo el poder, que sin ellos poco se podía hacer pero una pequeña rebelión, un acto de altivez, quizás, hubiera servido para cambiar las cosas y no tener que lamentarse al final.
Es muy difícil resumir en esta reseña todas las sensaciones que se tienen leyendo esta novela, sólo puedo decir que es una parte de la historia, que está tan bien contada que parece estar viviéndola en ese mismo instante y que los personajes en cualquier momento te darán la mano y entrarás a formar parte de la historia.
Y una de las partes más importantes de la historia, un personaje más, es la música, preciosa, impactante e imprescindible.
Una delicia que hace descubrir a una gran narradora sino las has descubierto aún.
Gracias a Paloma Sánchez por haber tenido el detalle de dedicarme un ejemplar y a Senderos Íberos por proponer su lectura.