Dos jóvenes norteamericanas, Vicky (Rebecca Hall) y Cristina (Scarlett Johansson) van a Barcelona a pasar unas vacaciones de verano. Vicky es sensible y tiene intención de casarse; Cristina es emocional y busca aventuras sexuales. En Barcelona, ambas se ven envueltas en una relación poco convencional con Juan Antonio (Javier Bardem), un carismático pintor que todavía tiene algo con su tempestuosa ex-mujer, María Elena (Penélope Cruz).
Cuando escuchas en las noticias que la próxima película de uno de los más destacados directores se rodará en tu ciudad no puedes sino alegrarte. A medida que se conocen detalles te va picando el gusanillo de conocer como va a retratar la ciudad, como los personajes interactuarán con ella, que aspectos de la ciudad será la elegida para salir reflejada. Cuando la estrenan haces cola casi el primer día para verla, no sólo porque sale tu ciudad sino porque las actrices te gustan, el director te gusta y piensas que va a ser dinero bien invertido. Llegados a este punto decir que lo mejor de la película es Penélope Cruz es ya hace un resumen claro de lo que me ha parecido la cinta.
Un soso triángulo amoroso con visos más cómicos que reales que sólo se anima con la entrada de Cruz, que con sua ctuación revaloriza la cinta (y que conste que no me gusta nada pero nada esta actriz). Bardem todavía no se ha sacado la máscara de Florentiro Ariza (Amor en tiempos del cólera) o de Anton Chigurh (No es país para viejos), inexpresivo, soso... con algunos diálogos más propios de un niño de cuatro años que de un adulto. De Johansson a destacar la profesión que escoge después de probar diversas maneras de sacar de dentro su creatividad, como ella misma lo dice. Una bomba sexual en manos de un artista más dedicado a su carrera que a mirar lo que tiene delante. Rebecca Hall mantiene su posición de prometida durante casi toda la cinta, a pesar que se le nota el ardor con el que mira a Bardem... una tesis sobre el hecho catalán es lo que les lleva a vivir esta aventura. Un intento laxo de hablar de la cobardía delante del amor, de la locura que puede producir el arte o el arte de la locura, un fallido intento de retratar una ciudad que se merece mucho más que lo que nos deja ver Allen.