Según la guía: San Pedro es el centro de la fe católica, es visitado por fieles de todo el mundo, y son pocos los que se sienten decepcionados al entrar en esta basílica suntuosamente decorada y coronada por la enorme cúpula de Miguel Ángel. En el siglo II se erigió un santuario en el lugar donde estaba enterrado san Pedro y la primera gran basílica, construida por orden de Constantino se completó en el 349 d.C. En 1505 el papa julio II colocó la primera piedra de una nueva basílica que habría de sustituir a la anterior, a punto de derrumbarse. La basílica tiene una longitud de 187 m. y su amplio interior con incrustaciones de mármol comprende 11 capillas y 45 altares, además de una importante colección de obras de arte. Algunas fueron rescatadas de la primera basílica, otras encargadas a artistas del Renacimiento tardío y el barroco, pero gran parte de la decoración se debe al trabajo de Bernini a mediados del s. XVII....
Pero lo que la guía no te dice en ningún momento que la primera sensación que se tiene al entrar es de mareo por la grandiosidad y el sentimiento de sentirte inferior a una pulga, es inevitable una caída de mandíbulas al entrar por la puerta y los ojos tiene la difícil tarea de intentar fijarse en una sola cosa cada vez. Parece un museo a lo grande, mires donde mires hay algo valioso, cuadros, esculturas, pinturas o simplemente un trozo de suelo finamente decorado en mármol... después del primer impacto y de un gran vistazo general empiezas a poder fijarte en los detalles y empiezas a pensar (al menos yo), cuantas riquezas hay allí metidas, cuanto dinero en esas paredes, en ese suelo, en esos techos y me indigna que los que dicen y predican vivir en la pobreza, ayudar a los hermanos cuando están necesitados tengan todo eso allí puesto. Soy de las que intenta predicar con el ejemplo (no siempre lo consigo, lo reconozco, pero al menos la intención está ahí y eso algo ha de contar) y cuando veo estas cosas me doy cuenta de lo hipócrita que es lo que predican. Hace mucho tiempo que me desencanté de su mensaje, si alguna vez lo había estado, y esta visita no ha hecho más que confirmar mi desencanto... eso no quita que como amante del arte admire y me quede boquiabierta antes las maravillas que albergan sus paredes.