Los personajes de las tres piezas breves que componen el espectáculo son gente bien alimentada. Visten ropa cara y comen en buenos restaurantes. A pesar de eso no son felices. La pregunta es: ¿por qué? Son gente egoísta, de veces hasta el delirio. Y también gente que necesita amor (sea el que sea eso que llamamos amor) a veces hasta el delirio. Y no, no son felices.
Nos presentan tres tipos de relaciones, una que ya terminó, una que se tambalea y otra que parece sólida pero nada es lo que parece. En cada una de ellas hay una parte que desea explicaciones y la otra parte las tiene que dar, no siempre de manera grata ni fácil... las palabras siempre duelen cuando no son las que desean escuchar, el nivel de dolor depende de la persona, del momento y de la forma, quizás menos del tiempo aunque en la primera el tiempo es un factor importante... todo ello rellenado por un teatro pequeño, muy próximo, un decorado mínimo y bien aprovechado, buenas interpretaciones y textos llenos de sutilezas e ironías, aunque también llenos de dardos envenenados y ganas de herir.
Una buena excusa para acercarse al teatro y descubrir algo más que las grandes producciones.
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