Libro de memorias de tono tan literario que toca el género novelístico, a la vez que la consecución de recuerdos, combinados con flashbacks de la vida de los abuelos y los padres, convierten lo que podría parecer una novela en un monumento humilde y valioso a la memoria.
Espléndido libro de memorias de tono nostálgico que retrata un mundo desaparecido, la Barcelona de principios del siglo XX hasta los años setenta.
Ordóñez nutre sus páginas de nombres propios, historietas, tiendas, programas de radio, canciones, teatros y salas de cine, establecimientos de todo tipo y todo lo combina con dosis de muy buena literatura.
Mezclando lo entrañable con lo cotidiano y con la memoria, el autor muestra una Barcelona casi desaparecida, especialmente el barrio donde creció, el Raval, y a través de anécdotas familiares y personales reconstruye los ambientes y el aire de la Barcelona de posguerra.
Con gran capacidad de emocionar al lector, y una técnica narrativa admirable, Marcos Ordóñez construye una obra a medio camino entre novela y memorias, combinando lo mejor de ambas.
La biblioteca Sagrada Familia ha decidido organizar este año un reto lector, Velocirepte. Doce meses y doce categorías distintas para atreverse con libros que igual de otra manera no nos atreveríamos a leer. Durante el mes de Febrero debíamos leer un libro de los seleccionados y recomendados por los mismo trabajadores de la biblioteca. Este fue mi elegido.
Es una novela pero podría considerarse un ensayo, unas memorias o incluso un libro histórico.
El autor nos mezcla su vida familiar con sus recuerdos de la Barcelona que ya no existe, los sitios donde solía comprar, pasear, visitar... establecimientos emblemáticos, lugares que ahora son plazas duras o edificios modernos.
Es un recorrido fantástico para todos aquellos que aún recordamos muchos de los lugares donde su tío comía, donde vivían los dueños del quiosco, donde tomaban chocolate. Me ha hecho recordar mis paseos de domingo por la mañana con mi abuelo y mi hermana. Me han hecho recuperar esa parte de la Barcelona que más me gustaba cuando esta ciudad era más para los que aquí vivimos que para los que nos visitaban.
Además la historia nos rellena la parte cotilla que todos tenemos y que nos hace husmear en las vidas ajenas, famosas o no y que llenan horas de conversaciones o páginas en este caso.
Quizás si lo hubiera visto en la estantería no lo hubiese cogido o hubiese escogido otra obra pero esta iniciativa hace que quieras arriesgarte y esta vez ha salido muy bien. Veremos que nos depara el mes de marzo con las novelas orientales (otro de mis huesos).
Espléndido libro de memorias de tono nostálgico que retrata un mundo desaparecido, la Barcelona de principios del siglo XX hasta los años setenta.
Ordóñez nutre sus páginas de nombres propios, historietas, tiendas, programas de radio, canciones, teatros y salas de cine, establecimientos de todo tipo y todo lo combina con dosis de muy buena literatura.
Mezclando lo entrañable con lo cotidiano y con la memoria, el autor muestra una Barcelona casi desaparecida, especialmente el barrio donde creció, el Raval, y a través de anécdotas familiares y personales reconstruye los ambientes y el aire de la Barcelona de posguerra.
Con gran capacidad de emocionar al lector, y una técnica narrativa admirable, Marcos Ordóñez construye una obra a medio camino entre novela y memorias, combinando lo mejor de ambas.
La biblioteca Sagrada Familia ha decidido organizar este año un reto lector, Velocirepte. Doce meses y doce categorías distintas para atreverse con libros que igual de otra manera no nos atreveríamos a leer. Durante el mes de Febrero debíamos leer un libro de los seleccionados y recomendados por los mismo trabajadores de la biblioteca. Este fue mi elegido.
Es una novela pero podría considerarse un ensayo, unas memorias o incluso un libro histórico.
El autor nos mezcla su vida familiar con sus recuerdos de la Barcelona que ya no existe, los sitios donde solía comprar, pasear, visitar... establecimientos emblemáticos, lugares que ahora son plazas duras o edificios modernos.
Es un recorrido fantástico para todos aquellos que aún recordamos muchos de los lugares donde su tío comía, donde vivían los dueños del quiosco, donde tomaban chocolate. Me ha hecho recordar mis paseos de domingo por la mañana con mi abuelo y mi hermana. Me han hecho recuperar esa parte de la Barcelona que más me gustaba cuando esta ciudad era más para los que aquí vivimos que para los que nos visitaban.
Además la historia nos rellena la parte cotilla que todos tenemos y que nos hace husmear en las vidas ajenas, famosas o no y que llenan horas de conversaciones o páginas en este caso.
Quizás si lo hubiera visto en la estantería no lo hubiese cogido o hubiese escogido otra obra pero esta iniciativa hace que quieras arriesgarte y esta vez ha salido muy bien. Veremos que nos depara el mes de marzo con las novelas orientales (otro de mis huesos).