Erika Ewald es una muchacha vienesa soñadora, con alma de artista, que enseña piano y que lleva una existencia rutinaria, sin secretos ni sorpresas, a no ser por los momentos que pasa con un joven violinista con quien comparte la pasión por la música.
En El amor de Erika Ewald Zweig describe magistralmente las sutilezas de esta relación—una nueva "educación sentimental"—, con una mirada irónica y siempre atenta al juego de paradojas tensadas entre una vida que discurre anodina y la fuerza de unos sueños frustrados por el peso de la realidad.
Otra de las joyas que Zweig escribió. La capacidad de este escritor por desgranar tantos sentimientos en tan pocas páginas es magistral. No hay novela corta que no me haya gustado y creo que éstas son sus mejores creaciones, esa condensación le sienta muy bien a su manera de narrar.
Aquí nos encontramos con una ingenua Erika, recién salida a la vida que aún o sabe ni desenvolverse por el mundo. Su vida transcurre apacible entre sus clases de piano hasta que conoce a un joven violinista.
La sorpresa de lo que siente Erika cada vez que el joven se le acerca es el despertar de una joven doncella al mundo exterior, el mundo donde los sentimientos importan, donde las palabras, los hechos y sobretodo los gesto son muy importantes.
Erika se siente bien pero también tiene miedo de que aquello que siente o se produce esté mal, que se acostumbre y luego un día desaparezca...
Se debate entre lo que siente y lo que sería correcto y así corre el peligro de que cuando la eterna lucha entre la razón y el corazón tenga vencedor la decisión llegue demasiado tarde por alguien que tenía muy claro lo que buscaba desde el inicio.
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