Hace ya demasiado tiempo que estoy aquí sentada y no sé como colocar las piernas, me duelen y ya casi ni las siento, estas sillas de hospital son de lo peor que he conocido en cuanto a comodidad. El tiempo pasa tan lento cuando ha de pasar rápido… ojala tuviera la magia para hacer que las manillas del reloj volaran sobre su esfera y que las nueve horas que me han dicho que he de estar aquí sentada se pasaran en un suspiro… pero mucho me temo que deberé aguardar todas ellas con sus correspondientes minutos sin poder rechistar y es que la espera valdrá la pena o al menos eso es lo que deseo con todo mi corazón. Mi vida está en sus manos, en sus dedos y en todos esos instrumentos que están utilizando en estos momentos. Escribir es lo único que me relaja algo y permite que mi mente conecte un poco con el mundo y deje de divagar sobre si saldrá bien o no, si el médico saldrá y dirá “hay buenas noticias”, o por el contrario, su cara dirá que no hay nada que hacer a pesar del esfuerzo… y es que es mucho lo que hay en juego; nada menos que una vida, en realidad dos, la tuya y, por extensión, la mía que prácticamente depende de la tuya. Si al salir por esa puerta leo en sus ojos que ha pasado lo peor, no sé que será de mi. No sé vivir si no es a tu lado, con tus olores, colores, texturas, sin tu piel, tu voz, tu sabor… hace treinta años que compartimos la vida y ya no me la imagino sin tu persona, sin amor, el tuyo… No he querido que nadie me acompañara estas largas horas. ¿Insensata? quizás, pero no me gusta que me tengan lástima y si se hubieran quedado me hubiera parecido que lo hacían por compasión y ese nunca es un buen motivo para acompañar a nadie y menos en el dolor. El dolor físico que debes estar sintiendo sobre esa fría mesa de quirófano y el mismo que siento por todo mi cuerpo en una especie de paralelismo brutal que me incomoda y me mina. Debo estar fuerte, aguantar y no desfallecer bajo ningún concepto, será mi mejor regalo como sabes que tu vida será el mejor regalo que podrás hacerme jamás. Mientras estés sobre esa mesa, con el pecho abierto de par en par has de luchar, con tus fuerzas, algo escasas, y las que te envío, por continuar viviendo, para poder regresar y terminar todo aquello que dejaste a medias cuando llamaron por teléfono hace menos de veinticuatro horas. Desde entonces todo ha sido un correr constante, un no parar para llegar a donde estamos ahora, yo aquí fuera esperando y tú ahí dentro… pero esto no empezó ayer, no… lo hizo hace un par de meses. [...continuará]
Texto: Dsdmona
Foto: Q.ueen
¡Qué hermoso texto y al mismo tiempo que tremendo!, es una primera parte pero al leerlo, me ha transportado de inmediato a un pasado no muy lejano, en el que primero en urgencias y a los pocos días delante de la puerta de un quirófano, viví todas esas senciaciones totalmente identificables, en especial dos, el tiempo que transcurre de otra manera y el silencio en mi caso acompañado, una de mis mejores amigas me acompañaba; afortunadamente todo salió bien, recuerdo que acabé llorando abrazada a ella, era todo un cúmulo de sentimientos y emociones. ¡Qué difícil es pasar por algo así!.
ResponderEliminarUn beso
La etiqueta que recoge este escrito es lo único que me salva de pensar que realmente te está sucediendo algo así -o eso espero, de corazón-. Quedo pendiente de una segunda parte, un desenlace. Un beso y un abrazo cálidos -por si los necesitas, aunque sea de una desconocida-.
ResponderEliminarLos hospitales son curiosos, alteran el ritmo de las cosas, en ellos vivimos algunos de los momentos más emotivos de nuestras vidas, ya sean buenos o malos, la llegada de un nuevo miembro a la familia, (Como ha sucedido en la mia hoy.) o la desaparición de otros, operaciones complicadas, recuperaciones lentas, largas esperas... todo acompañado de emociones intensas.
ResponderEliminary allí dentro estás a merced del tiempo, y la espera se te llena de pensamientos a veces malos, y por suerte, a veces buenos; y duele todo, piernas, corazón y aliento!
ResponderEliminarmiles de besos
Cuando estas en esta "fria mesa de quirofano" como la has descrito te pasan cantidad de cosas por la mente a una velocidad vertiginiosa, te acuerdas de aquel "te quiero" no dicho, aquella persona que no perdonaste, aquella vez que lloraste, aquella sonrisa que iluminaba tu dia, el abrazo que tanto añoraste, siempre oia decir que tu vida pasa delante de tus ojos, pero cuando estas alli solo te acuerdas de los buenos ratos, hasta aquellos instantes que estaban muy en el fondo de tu alma salen a la luz, y ahi te entran ganas de llorar, te entra el meido, el panico, te preguntas, habra sido la ultima vez?? saldre de aqui un cadaver?? en aquel momento no te preguntas si despues de la operacion dejara de dolerte esto o lo otro sino volvere a verles?? Si yo aun tengo ganas de vivir, tengo muchos planes que cumplir, muchos viajes que hacer, y muchos años que compartir. Cuando te empiezan a anesteciar y el medico intenta entablar una conversacion, ahi se te encoge el corazon pq talvez lo ultimo que veas en el mundo real sean los aparatos que estan a tu alrededor, acuden imagenes a tu mente, y sabiendo que en unos segundos perderas el conocimiento intentas pronunciar una frase con la esperanza de que alguien al otro lado de la puerta llegue a sentirla.
ResponderEliminarLo que duro la operacion?? unas horas, pero yo la senti como un instante, cerre los ojos en el quirofano y despues oia las voces de mi hermana y del medico hablando aunque no podia abrir los ojos, pesaban demasiado. Aunque sepa lo que es pasar por quirofano, nunca llegare a saber lo que sentia mi familia esperando, la angustia que sintieron, creo que fue muy duro, porque ellos si guardaban la nocion del tiempo, ellos si venian cuando una enfermera salia o entraba, debio de ser mas duro estar en este lado. Abrir los ojos y verlos alli sonriendo y aguantando las lagrimas fue lo mejor, volver a mi ciudad y llegar a nuestra casa, este fue un sentimiento indescriptible.