No es país para viejos

La historia empieza cuando Llewelyn Moss (Josh Brolin) encuentra una camioneta rodeada por varios hombres muertos. En la parte trasera hay un cargamento de heroína y dos millones de dólares. Cuando Moss coge el dinero, provoca una reacción en cadena de violencia, que la ley, representada por el desilusionado sheriff Bell (Tommy Lee Jones), no consigue detener. Mientras Moss intenta huir de sus perseguidores, especialmente del misterioso cerebro de la operación ( Javier Bardem) que se juega las vidas de otros a cara o cruz, la película pone al descubierto la delincuencia en Estados Unidos y amplía su significado hasta incluir temas tan antiguos como la Biblia y tan contemporáneos y sangrientos como los titulares de esta mañana.

Película violenta, con escenas sangrientas y crudas, quizás innecesarias, pero acordes con la historia. Un asesino frío y calculador tras un hombre que se encontraba en el lugar equivocado en el momento inoportuno. La lucha del bueno (que a veces no parece bueno) contra el malo (que nunca parece bueno). Un hombre que parece hecho de acero que sólo se mueve por instinto, por sed de sangre, persiguiendo hasta sus últimas consecuencias su cometido.

Extraordinario trabajo actoral de Javier Bardem, al ver su rostros ni una sola muestra de humanidad, de cordialidad, quizás en un momento concreto un poco de misericórdia pero nada más, insensible al dolor, tanto ajeno como propio hace para mi uno de los mejores papeles de su carrera. También excelente Josh Brolin en su papel de perseguido, de superviviente ingenioso, de moralmente casi correcto. Más floja la actuación de Tommy Lee Jones.

Pocos momentos para la risa, más bien sonrisa, en esta película pero quizás el ayudante del sheriff sea el contrapunto cómico. Para mi lo peor es el final, yo la hubiera terminado algunas secuencias antes.