Nunca leo sin antes estar segura de que me hallo en una posición estable. Conservo esta costumbre desde que tenía siete años, cuando, sentada sobre un muro alto leyendo Los niños del agua, tan cautivada me tenía la descripción de la vida submarina que inconscientemente relajé los músuclos. En lugar de flotar en el agua que con tanta nitidez me rodeaba en mi imaginación, caí de bruces al suelo y perdí el conocimiento. Todavía se me nota la cicatriz debajo del flequillo. Leer puede ser peligroso.(pág. 14)

Texto: El cuento número trece, Diane Setterfield

Foto: DiegoBE

3 comentarios :

  1. Esplendido, magnífico.

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  2. Mehan recomendado este libro y le tengo unas ganas...

    Bss

    Bohemia

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  3. Tengo una pequeña cicatriz en las cejas (que no se nota casi) y otra en la barbilla. pero a diferencia de Diane Setterfield la causa no es leer jajaja porque de niña no leia mucho
    Saludos

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