La llave de Sarah
El fin del mundo IV
Una mañana el hombre regresa, lo mismos rituales, los mismos adminículos, una lámina en blanco de nuevo, la misma posición. Se aparta rápidamente de la ventana, le ha parecido que al mirar hacia el faro le hacia una inclinación de cabeza a modo de saludo… ya no mira más y se queda sin salir de nuevo pensando que han sido imaginaciones suyas. Unas horas más tarde se atreve a subir a la linterna, las estrellas casi han tomado el cielo aunque esta noche tienen la competencia de las nubes, del hombre ya ni rastro y deberá esperar tres días más en los que ella escribe sobre él, para que vuelva a aparecer. La misma rutina de siempre y si, hay una ligera inclinación de cabeza hacia el faro. Sabe que está allí y aún así no se acerca, ella tampoco sale. Han de pasar todavía dos semanas para que se atreva a hacerlo cuando él esta pintando. Sale despacio, sin querer hacer ruido, deja la puerta entornada aunque parece cerrada, él levanta la cabeza para mirar el infinito y poder plasmarlo como otras tantas veces, la ve, no parece sorprendido de su presencia y vuelve a fijar sus ojos en la tela, ella tímidamente susurra un “buenos días” y se va en dirección contraria a dar su habitual paseo, cuando regresa ya no hay rastro del pintor.
Los días ahora se diferencian entre los que tienen la visita del pintor y los que no está él en el acantilado. Espera con más ansia que aquel día sea día pintor cuando levanta, ya no le gusta tanto la soledad de su rutina. Ella cambiado, ya no está dolida, ni resentida, ni casi tiene miedo ya…. Se ha acostumbrado a su presencia y sabe que podría acostumbrarse a otras presencias también, no hay suerte, hoy es día no pintor pero en vez de hacer otro día rutinario decide ir al pueblo. Lleva allí casi un año y todavía no lo ha visitado, quizás pueda llegar hasta las afueras para ser la primera vez… (continuará)
Poesía
Habíamos ganado la guerra
Eurogames
Barcelona es la primera ciudad española sede de los 'Eurogames', que se celebraron por primera vez en 1992 en La Haya y alcanzan este año la duodécima edición, tras haber pasado por otras ciudades como Frankfurt, Berlín, París, Zurich, Hannover, Copenhague, Munich, Utrecht y Amberes, que fue escenario de la pasada edición celebrada en 2007.
Los organizadores parten con la previsión de atraer a unos 30.000 turistas y visitantes y que dejarán unos beneficios de unos 10 millones de euros a la ciudad. La competición se disputa en 25 modalidades, entre ellas atletismo, fútbol, baloncesto, tenis, vela, balonmano, natación, voleibol, ciclismo, golf, lucha, bailes de salón y aerobic.
Además, se celebrarán actividades deportivas de carácter popular, como una carrera de 10 kilómetros por las calles de Barcelona, un circuito para patinadores o una carrera de bicicletas de montaña en el parque de Montjuïc; y existe un programa cultural que incluye actuaciones musicales y teatrales y exposiciones de fotografía, pintura y narrativa.
El Palau Sant Jordi será escenario este jueves (21:00 horas) de la inauguración de los campeonatos, a la que asistirán el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, y la consellera de Acción Social y Ciudadanía de la Generalitat de Catalunya, Carme Capdevila, y que ofrecerá un espectáculo de música y luz que contará con Àngel Llàtzer como maestro de ceremonias.
Coincidiendo con la jornada de la inauguración, también tendrá lugar una conferencia internacional de derechos humanos contra la homofobia en que participarán activistas de varios países, personalidades del mundo de la política y académicos y que concluirá con una declaración que será entregada al presidente del Parlament, Ernest Benach. (Fuente: Europa Press)
El fin del mundo (III)
Al día siguiente otea el acantilado desde la linterna, buscando, quizás lo que ayer mismo olvidó. No hay rastro e imperceptiblemente suspira, no sabemos si de alivio o por otro motivo. El día se repite como siempre, la escritura no es muy prolífica y sólo un par de páginas pasan a engrosar el montón semanal. Con la observación previa desde la linterna ella misma ha añadido un nuevo eje a la rutina. Cada día que el desconocido no reaparece ella mira más y más tiempo hacia el horizonte. Una mañana su inspección tiene buenos resultados, el hombre ha vuelto y esta vez no está solo; le acompaña un caballete, un maletín de pinturas y una silla plegable a todas luces insuficiente para aguantar el peso del desconocido. Milagrosamente la enclenque silla aguanta cuando el hombre decide sentarse y ponerse delante de la tela en blanco que ha traído consigo.
Hoy no da el paseo, se queda observando sus movimientos, su concentración, la mano yendo y viniendo del lienzo al infinito y al inrevés. Desde su posición no lograba ver lo que está pintando pero imagina que el acantilado bajo el faro y el agua saltando hacia las rocas. Se retira de la linterna por temor a que pueda verla. Esos meses allí la han hecho más esquiva en el contacto con la gente, se siente intimidada, no se siente segura en su presencia, nota que le podrían quitar algo que a ella le es vital. Baja a la habitación y continúa observándolo desde la ventana con las persianas corridas. Un rato después el hombre moja los pinceles en agua, los guarda en el estuche y recoge la tela con un trapo blanco a modo de cobertura. La silla recupera su posición ideal y espera ser recogida. Se va tan silencioso como ha llegado.
Sólo cuando baja a la cocina se da cuenta que casi ha pasado todo el día mirando por la ventana, que no ha comido nada y que hoy su rutina se ha roto por primera vez en mucho tiempo. Cuando las estrellas ya inundan el cielo ella se atreve a salir, coge la silla de camping y se tumba casi en posición horizontal dejándose llevar por el único sonido del agua golpeando con las rocas. Contempla las estrellas, repasa cada una de las constelaciones que conoce y se inventa el resto, que más da, nadie le puede llevar la contraria. Por primera vez piensa en ella, en dónde estará, que hará, si es feliz… y una lágrima cae por su mejilla, la primera de muchas durante esa noche.(continuará)
Loro Parque (Tenerife IV)
Una de las 300 especies de loro habitantes del parque
Lemur curioso
Fotos: Dsdmona
El libro de los muertos
Tras librar una dura batalla contra un psicópata en Florida, la brillante y mordaz doctora Scarpetta ha decidido instalarse en Charleston. Allí establece una Consulta de Patología Forense en la que trabaja con su equipo: su sobrina Lucy Faranelli, Pete Marino y Rose. La nueva situación parece idílica, pero pronto empiezan a sucederse asesinatos aterradores y desconcertantes: una joven y famosa tenista norteamericana aparece mutilada en Roma; el cadáver de un niño sin identificar es encontrado en Carolina del Sur; una mujer es víctima de un asesinato ritual en su lujosa casa de la playa.
Scarpetta y su pareja, el psicólogo forense Benton Wesley, habrán de enfrentarse a la resolución de todos estos casos. Sus averiguaciones pronto les llevarán a encontrar inquietantes conexiones entre los distintos crímenes. Todo indica que se enfrentan a un asesino más sanguinario de lo habitual.
La nueva entrega de la Cornwell no deja indiferente. Con su habitual estilo nos engancha a sus palabras página tras páginas hasta el final (que nunca es el final sino el comienzo de otra aventura). Ha creado unos personajes que van evolucionando en todas sus entregas, entendemos un poco más su manera de actuar, sus motivaciones y sus odios, sus flaquezas y sus fortalezas. Cornwell domina el arte funerario extraordinariamente bieny eso lo utiliza para crear estupendos escenarios donde colocar a sus asesinos.
En esta entrega el final nos deja con el corazón en un puño. Quiero saber!!!!! no quiero esperarme al siguiente... ¿cómo puede dejarlo así?
Si os gusta el misterio y la investigación policial no os perdais a esta forense, no tiene desperdicio.
20 de julio de 1948
El fin del mundo (II)
Decidió que se quedaba, que no le importaba como era por dentro, si no le gustaba bastaría con dormir donde ahora se encontraba…
Así se lo hizo saber a quien tenía que enseñarle el faro. Le dio las llaves y una cita días después para formalizar los trámites. Un sencillo canje de billetes de una mano a otra y todo había terminado.
Se resistió hasta que tiritaba debajo del jersey para descubrir su nueva morada; abrió lentamente la puerta, con mucho temor, estaba oscuro y apenas se distinguía nada, encendió la luz y su corazón le dijo que se había enamorado de nuevo y sin vuelta atrás.
Tenían razón, no era muy amplia pero los detalles suplían la falta de espacio. Cuatro ventanucos eran los responsables de la iluminación natural de lo que parecía la sala de estar, una estrecha escalera la llevó al segundo piso donde estaba la equipada cocina y el baño; un segundo tramo de escaleras la llevó a la única habitación, un poco más estrecho que el resto por su situación; casi escondida en el techo el último tramo de escalera, típicamente marinera, la llevó a la linterna, ahora apagada, desde donde el fin del mundo se distinguía perfectamente.
Durante aproximadamente tres meses apenas se relacionó con nadie. No iba al pueblo y casi el único contacto con alguien era el chico que, una vez por semana, se encargaba de traerle el pedido que hacia por teléfono a la única tienda del pueblo, tal y como la había informado la dueña el primer día que llamó.
Su vida puede parecer monótona para ojos ajenos pero esa errática actitud la ayudan a ordenarse por dentro. Despierta cuando su cuerpo decide, unos días temprano, tanto que ni el sol ha empezado su trabajo, otros en cambio, es casi mediodía. Un desayuno frugal. Un paseo por la costa abrupta que rodea la casa, una comida ligera cuando siente un poco el desfallecimiento y luego se sienta en la puerta del faro, con la cara mirando al mar, unos folios sobre las rodillas y una estilográfica en la mano.
Escribe sin parar durante algún tiempo, hay días que una hora y otros más de tres… escribe sin guión, sólo lo que su mano decide, nunca relee, nunca vuelve atrás y al cabo de una semana de estar sobre la mesa quema todas y cada una de las páginas llenas de palabras que ella ha ido construyendo. Quizás si las guardase hubieran dado una novela o dos, o simplemente sólo hubiera servido para calzar alguna mesa con ellas, pero eso nunca lo sabremos. (continuará)
El juego del ángel
El fin del mundo...
Había adoptado aquellas calles como suyas hacia ya muchos años. Llegaba del pueblo con una pequeña maleta en busca de un sueño con nombre de mujer. Cuando aquel día ella le había comunicado aquellas pocas palabras al despedirse no había dudado ni un solo instante, puso cuatro cosas en la maleta que guardaba debajo de la cama y emprendió viaje hacia lo inexplorado. No viajaba sola, una sensación de miedo y terror, a lo desconocido descubriría tiempo después, la acompañaba del brazo.
Ahora sentía que aquellas calles ya no eran suyas, lo que antes era color ahora era gris oscuro, las risas del parque era llanto en su corazón. Aquel ya no era su hogar, quizás nunca lo fue… aprendió a no echar de menos aquello que se había quedado atrás, las meriendas en el rio, las tarde de cine al aire libre… y lo hizo tan bien que ahora, después de tantos años, ni siquiera recordaba a que sabía el aire de su pueblo. No se quejaba; ella lo había escogido así, había renunciado a su casa para formar un hogar con ella, la muchacha de ojos color miel que la cautivó como un encantador de serpientes; pero todo eso era ya pasado, triste pero pasado. Ella ya no estaba y quizás nunca más volvería… con su adiós, el hechizo que la mantenía unida a esta tierra que ella llamaba hogar se había roto. Ahora no le quedaba nada, no podía quedarse allí, no tendría sentido, sin ella no… y tampoco podía volver al su casa después de tanto tiempo.
Esos pensamientos recorrían su mente cuando sus ojos se posaron sobre un breve anuncio: SE ALQUILA FARO COMO VIVIENDA.
¿Por qué no? Se preguntó, cuando no te esperan en ningún lugar cualquier sitio puede ser perfecto para quedarse.
Llamó sin pensar siquiera donde estaba el faro. Una voz femenina contestó al otro lado del hilo.
-Perdone ¿aquí alquilan un faro?
-Sí, aquí es ¿está interesada?
-Así es
-La vivienda no es muy amplia por el tipo de construcción del que estamos hablando pero está dotada de las máximas comodidades. Es un sitio tranquilo, con buenas vistas y no muy lejos del pueblo. El alquiler sería para diez años y pedimos un mes de fianza y otra mensualidad para los gastos del alta.
-¿Cuándo podría verlo?
-¿mañana?
Ni siquiera sabe como llegar ni cuando lo hará pero al igual que hace años saca la maleta de bajo la cama y pone en ella las cuatro cosas que quiere conservar. El resto se quedaron atrás en el mismo instante en que salió por la puerta de la que había sido su casa. No pensó en la posibilidad que no le gustara, que fuese demasiado caro para su bolsillo… simplemente saltó al vacío, sólo esperaba que debajo hubiera una red. (continuará)
La Barcelona que me gusta...
Una de las últimas tardes que puedo aprovechar para pasear, un día magnífico, sol y aire fresco que evita el sudor veraniego que tanto me molesta. El paseo empieza en la librería Catalonia, una de las más antiguas de la ciudad aunque desde que le han lavado la cara ha perdido algo de encanto. Tengo, digamos, crédito para libros y cae uno que me ha llamado cuando lo he visto sobre la estanteria (ya os contaré que tal). Me he perdido entre libros y pasillos hasta que he decidido que el paseo debía continuar. Atravesando la Plaza Cataluña ves a todo tipo de fauna urbana y humana, hoy un galés con kilt tocando la gaita ¿llevaría calzoncillos?, para llegar al Portal del Ángel hay que atravesar el semáforo con más tráfico de la ciudad (testado en un estudio oficial) para ir a parar a la via con más piernas por metro cuadrado ya haga sol como caigan chuzos de punta...
Patio del Museo Frederic Marès
Texto y fotos: Dsdmona
Enfados
En uno de los comentarios se dice que las discusiones de pareja son la sal de la vida porque después de ellas hay una reconciliación. Ese comentario ha sido el que ha motivado que ahora esté escribiendo esto. No estoy de acuerdo. Nunca podría estarlo porque no hay cosa que me duela más en el alma discutir-pelearme con ella, poco me importa que después pueda haber reconciliación si antes ya nos hemos herido con nuestras palabras y actos (no me estoy refiriendo a disputas domesticas), por suerte o por desgracia (por desgracia creo yo) los humanos tendemos a sacar nuestro peor lado cuando estamos exaltados, soltamos por la boca todo lo que de otra manera se nos hubiera quedado bien encerrado y además lo hacemos con malicia, para hacer daño, sabiendo que lo hacemos y no nos importa en ese momento, luego si, luego vienen los remordimientos, el pensar como pude decirle todo eso, como pude dejarme llevar.
¿Y si después de una de estas disputas (la sal de la vida) la otra parte no quiere reconciliación?, y si dice hasta aquí hemos llegado ¿qué hacemos? jodernos así de claro porqué las palabras quedan, no se las llevan el viento, se clavan dentro y sólo cuando una perdona es cuando se van olvidando si no se quedan allí.
Sé que no podré evitar discutir alguna que otra vez... y que la heriré o me herirá también otras, sólo espero que con el paso de los minutos o las horas nos volvamos a reencontrar para reconciliarnos.
Shaila Durcal
Ukiyo-e
Candelaria (Tenerife II)
Nuestra Señora de la Candelaria
Las pirámides de Güímar (Tenerife I)
Pirámide nº1 y nº 2
Pirámide nº 3 y nº 4
Estas misteriosas pirámides alimentan la teoría que los guanches fueron originariamente bereberes llegados del norte de África.