Ella era la mejor bailarina, la que daba a su cuerpo formas que no podíamos imitar. Lo hacía por puro placer, aunque para ella representaba algo más. Lo hacía porque para ella cualquier otra vida habría sido una impostura. No ardió en secreto por una pasión que no podía expresar: resplandeció (pág.84)

Foto: Unlimited
Texto: Espejismos, Jeanette Winterson, Ed. Lumen

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