Truca un inspector

Un inspector de policía se presenta en el domicilio de la familia Birling, interrumpe la cena con la que celebran que Sheila se ha prometido e indaga en la implicación de los comensales en el suicidio de una chica. 

La obra, un prodigio de construcción formal, despliega una trama que progresa como un aparato de relojería. 

El uso habilísimo del suspense no eclipsa en ningún caso un mensaje de profunda repercusión social: todos formamos parte del mismo organismo y somos plenamente responsables de todo lo que le pasa al resto del mundo. 

Es un lujo poder tener al alcance de la mano un gran número de buenas obras y buenos actores para poder deleitarse en el teatro. Últimamente me asombro de que voy muchas más veces al teatro que al cine pero ¿quién puede ir al cine, donde la cartelera está de capa caída) cuando tiene semejantes obras en cartel, a un precio más que asequible (hay que moverse y por la red se pueden conseguir descuentos muy interesantes)?

Una cena que prometía ser feliz y de celebración se trunca con la visita de un inspector de policía que intenta entender que le ha sucedido a una chica que algunas horas antes ha muerto en el hospital. Todos en la familia allí reunida tienen motivos para sentirse culpables de su muerte, por un motivo u otro... el inspector sólo va estirando del cabo suelto y las reacciones son de lo más variopintas.

Un buen plantel, con alguno un poco más flojo pero más debido a su poca experiencia que no a su talento. Un buen texto que hace reír y plantearte casi las mismas preguntas que el inspector y un final más que sorprendente que hace que no puedas dejar de prestar atención en la hora y media que dura al obra.

Buen trabajo el que está realizando Josep María Pou al frente de este teatro, cerrado y defenestrado durante mucho tiempo y que ya lleva un par de temporadas en lo más alto.