Es medianoche. Está lloviendo. Una de las pocas luces del pasado oscuro y violento de Lew Griffin se ha extinguido.
LaVerne Adams, su amante y amiga, ha muerto y la hija de su matrimonio con Horace Guidry, Alouette, ha desaparecido en los sórdidos callejones de la droga, dejando tras de sí un bebé adicto al crack y un misterio.
Lew ha abandonado su carrera de detective por la seguridad honorable de la enseñanza y pasa la mayor parte de su tiempo en una casona colonial del Garden District, con la firme decisión de mantenerse alejado de las tentaciones de la vida marginal de Nueva Orleans.
Pero un sentido del deber póstumo hacia LaVerne lo atrae al peligro como una llama a la mariposa. Y no habrá marcha atrás cuando su propia historia lo reclame y las agonías comiencen otra vez.
Después de leer "El tejedor" supe que iba a seguir con la serie de Lew Griffin. Este es el segundo volumen donde volvemos a encontrarnos con algunos de los personajes que nos presentaron en la primera entrega.
Descubrimos como ha cambiado la vida de nuestro protagonista y las decisiones, buena so malas, que le llevaron a ello. Nos encontramos a un Lew más maduro, más pacífico pero que todavía de remueve por aquello que considera injusto y no duda en volver a enfundarse su traje de detective si la ocasión lo requiere.
Me ha gustado mucho más esta segunda entrega que la primera pues la trama es sugerente, intrigante y se desarrolla a lo largo de toda la novela. Hay acción pero también reflexión y hace que te preguntes que harías en su misma situación.
Esta claro que este autor es uno de los grandes escritores de novela negra y no sólo por sus personajes perdidos, negros por dentro sino también por retratar de una manera tan visual los bajos fondos, los callejones y esquinas que no se suelen ver en las visitas turísticas a las ciudades.
Pronto el resto de la serie irá apareciendo por aquí.