En la Nueva York de la década de 1960, Constance, la protagonista, es una atractiva y distante joven que trabaja en una editorial. Una tarde asiste a una fiesta literaria y conoce a Sidney Klein, académico inglés expatriado veinte años mayor que ella, con quien se casará en cuestión de meses.
La atmósfera de fatalidad planea sobre la pareja desde el primer momento: el transcurso de los días acentúa la fragilidad emocional de Constance, incapaz de encontrar el más mínimo atisbo de felicidad.
El pasado de Constance es turbulento, y la supuestamente idílica infancia en una bella casa del valle del Hudson no es lo que a primera vista pudiera parecer: su pasado familiar esconde un secreto, y, como uno de los personajes anuncia:"Los secretos nos enferman".
Hay novelas de argumento, novelas de tramas y, como esta, novelas de personajes. La historia cuenta pero lo que realmente define el devenir de la historia son los personajes que la habitan. Sus reacciones, sentimientos y definiciones son las que hacen que avance, se estanque o agilice la narración (me explico mal pero no sé decirlo de otra manera).
Esta es una de esas novelas, sin Constance, sus miedos, sus iras, sus inseguridades y sus paranoias no podría existir Sidney, la casa, sus padres, su hermana y todo lo que sucede a su alrededor porque como el propio nombre indica se llama Constance y sobre ella gira todo alrededor.
Nunca se sintió querida así que cuando Sidney se fija en ella en la fiesta Constance piensa que será su única oportunidad de ser algo más que una mujer llena de rencor y miedos. Lo que quizás no sabe, no entiende que esos miedos, esos rencores, esa falta de amor en su vida no la puede suplir así como así. Hay que aprender a hacerlo, algunos lo aprenden desde pequeños pero los que no han podido deben trazar estrategias para conseguirlo.
El matrimonio es mucho más que sentir amor el uno por el otro, es entender lo que le sucede a la pareja, intentar evitar el daño gratuito, sustentar y engrandecer las capacidades del otro por encima de las debilidades y Sidney lo intenta pero Constance es incapaz de sentirse segura, amada de verdad y perder de una vez por todas ese dolor e inseguridad que la acompaña desde bien pequeña.
Siempre culpó a su madre pero a medida que avanzamos en la novela descubrimos que todo el mundo puso su grano de arena para que eso ocurriera y que Constance siempre viviera en esa sensación de inestabilidad y miedo.
Otra vez una verdad escondida, esa verdad que causa dolor y sufrimiento no sólo a quien la conoce sino a quien la intuye pero la desconoce con seguridad. Curiosa mi encontronazo con libros parecidos contando mismas cosas de distintas maneras... Si tengo que creer en el azar ese es un buen motivo.
Interesante reflexión no demasiado larga que hace una lectura interesante.
La atmósfera de fatalidad planea sobre la pareja desde el primer momento: el transcurso de los días acentúa la fragilidad emocional de Constance, incapaz de encontrar el más mínimo atisbo de felicidad.
El pasado de Constance es turbulento, y la supuestamente idílica infancia en una bella casa del valle del Hudson no es lo que a primera vista pudiera parecer: su pasado familiar esconde un secreto, y, como uno de los personajes anuncia:"Los secretos nos enferman".
Hay novelas de argumento, novelas de tramas y, como esta, novelas de personajes. La historia cuenta pero lo que realmente define el devenir de la historia son los personajes que la habitan. Sus reacciones, sentimientos y definiciones son las que hacen que avance, se estanque o agilice la narración (me explico mal pero no sé decirlo de otra manera).
Esta es una de esas novelas, sin Constance, sus miedos, sus iras, sus inseguridades y sus paranoias no podría existir Sidney, la casa, sus padres, su hermana y todo lo que sucede a su alrededor porque como el propio nombre indica se llama Constance y sobre ella gira todo alrededor.
Nunca se sintió querida así que cuando Sidney se fija en ella en la fiesta Constance piensa que será su única oportunidad de ser algo más que una mujer llena de rencor y miedos. Lo que quizás no sabe, no entiende que esos miedos, esos rencores, esa falta de amor en su vida no la puede suplir así como así. Hay que aprender a hacerlo, algunos lo aprenden desde pequeños pero los que no han podido deben trazar estrategias para conseguirlo.
El matrimonio es mucho más que sentir amor el uno por el otro, es entender lo que le sucede a la pareja, intentar evitar el daño gratuito, sustentar y engrandecer las capacidades del otro por encima de las debilidades y Sidney lo intenta pero Constance es incapaz de sentirse segura, amada de verdad y perder de una vez por todas ese dolor e inseguridad que la acompaña desde bien pequeña.
Siempre culpó a su madre pero a medida que avanzamos en la novela descubrimos que todo el mundo puso su grano de arena para que eso ocurriera y que Constance siempre viviera en esa sensación de inestabilidad y miedo.
Otra vez una verdad escondida, esa verdad que causa dolor y sufrimiento no sólo a quien la conoce sino a quien la intuye pero la desconoce con seguridad. Curiosa mi encontronazo con libros parecidos contando mismas cosas de distintas maneras... Si tengo que creer en el azar ese es un buen motivo.
Interesante reflexión no demasiado larga que hace una lectura interesante.
Esta la dejo pasar, el argumento no me llama. Un beso ;)
ResponderEliminar