Arenas movedizas es, en cierta manera, un libro de memorias, pero muy peculiar. No hay sucesión temporal y el arranque es la enfermedad actual del autor y lo que su diagnóstico desencadenó en él: recuerdos distanciados en el tiempo y no necesariamente consecutivos, que Mankell relaciona de un modo u otro con las grandes preguntas del hombre: ¿qué somos?, ¿cómo nos enfrentamos a la muerte?, ¿de qué tenemos miedo?, ¿qué mundo dejaremos en herencia?, ¿en qué creemos, y por qué?
Para responder a ellas, Mankell recurre a sucesos del pasado: un día en el colegio cuando era pequeño, una visita al Museo Británico, una lectura sobre la Isla de Pascua, la verdadera naturaleza de las arenas movedizas o el poder del hielo, la muerte de un niño mozambiqueño, visitas a Salamanca, a Mantua, a Buenos Aires, a Malta y a las ruinas de Hagar Qim...
Con estas incursiones en el pasado surge un retrato, desde la infancia y la adolescencia hasta la madurez, del Mankell de carne y hueso, que examina su vida y, con ella, cuestiones que afectan a toda la humanidad.
Tengo el libro en mi estantería desde que se publicó pero hasta ahora no había querido leerlo. No negaré que Henning Mankell es uno de mis escritores favoritos, no sólo en su vertiente negra sino en todas sus vertientes, me gusta su manera de escribir, de contar historias y éste es el último libro que escribió, lo último que podré leer contando historias, sus historias y sus vidas.
Cuando pensamos en unas memorias tenemos en mente un relato ordenado y cronológicamente bien desarrollado, con un nacimiento y un desenlace que no tiene que ser el final sino un punto y aparte pero en este libro la memoria es algo aleatoria, el orden y el concierto sólo se presupone y toda la narración evoluciona dependiendo del humor, del ánimo y del pensamiento del escritor en cada momento.
Cáncer, escuchar esta palabra es una de las más duras de oír sobretodo si piensas que sólo tienes una contractura, ¿qué pasa por la cabeza de una persona ante esa noticia?¿puede su vida seguir como hasta ahora? Mankell trata de ordenar sus pensamientos, de retratar partes de su vida o de su manera de actuar a lo largo de todo el libro, dando otra dimensión a alguien a quien probablemente sólo conocías a través de sus escritos, de la parte humana que componen sus narraciones, aquellos temas que le preocupan y apasionan.
A través de una palabra, un olor, un color, la visita al médico o un día en tratamiento nos vamos adentrando en esas arenas movedizas de las que siempre tuvo miedo, esas arenas nos recuerdan que la vida nunca es segura que siempre hay altibajos y que todo puede cambiar en un sólo instante. Intenta mantener una visión positiva a pesar de no tener muchas opciones para serlo, como así supimos después, y me alegra haberla leído cuando lo hice, de haberla comprado, de haber conocido un poco más al hombre que había detrás de ese escritor que tanto me gusta.
Me niego a hablar de él en pasado, Henning Mankell se fue pero siempre estarán con nosotros sus historias, sus personajes y sus paisajes.
Tengo el libro en mi estantería desde que se publicó pero hasta ahora no había querido leerlo. No negaré que Henning Mankell es uno de mis escritores favoritos, no sólo en su vertiente negra sino en todas sus vertientes, me gusta su manera de escribir, de contar historias y éste es el último libro que escribió, lo último que podré leer contando historias, sus historias y sus vidas.
Cuando pensamos en unas memorias tenemos en mente un relato ordenado y cronológicamente bien desarrollado, con un nacimiento y un desenlace que no tiene que ser el final sino un punto y aparte pero en este libro la memoria es algo aleatoria, el orden y el concierto sólo se presupone y toda la narración evoluciona dependiendo del humor, del ánimo y del pensamiento del escritor en cada momento.
Cáncer, escuchar esta palabra es una de las más duras de oír sobretodo si piensas que sólo tienes una contractura, ¿qué pasa por la cabeza de una persona ante esa noticia?¿puede su vida seguir como hasta ahora? Mankell trata de ordenar sus pensamientos, de retratar partes de su vida o de su manera de actuar a lo largo de todo el libro, dando otra dimensión a alguien a quien probablemente sólo conocías a través de sus escritos, de la parte humana que componen sus narraciones, aquellos temas que le preocupan y apasionan.
A través de una palabra, un olor, un color, la visita al médico o un día en tratamiento nos vamos adentrando en esas arenas movedizas de las que siempre tuvo miedo, esas arenas nos recuerdan que la vida nunca es segura que siempre hay altibajos y que todo puede cambiar en un sólo instante. Intenta mantener una visión positiva a pesar de no tener muchas opciones para serlo, como así supimos después, y me alegra haberla leído cuando lo hice, de haberla comprado, de haber conocido un poco más al hombre que había detrás de ese escritor que tanto me gusta.
Me niego a hablar de él en pasado, Henning Mankell se fue pero siempre estarán con nosotros sus historias, sus personajes y sus paisajes.