Las pinturas al fresco que Francisco de Goya pintó en la cúpula "Regina Martyrum" de la Basílica del Pilar de Zaragoza han recobrado la magia y su esplendor tras la restauración a la que han sido sometidas, inaugurada por el Príncipe de Asturias.
El genio de Fuendetodos tardó cuarenta y un días -entre octubre de 1780 y mayo de 1781- en pintar esta cúpula de 12 metros de diámetro y 212 metros cuadrados de superficie, una de las nueve que coronan el templo, en cuya restauración han trabajado durante año y medio ocho especialistas.
Desde una plataforma situada a unos treinta metros de altura, a la que subió en un montacargas, el Príncipe de Asturias pudo ver de cerca el resultado de este minucioso y laborioso trabajo de restauración, que se quiere sea el definitivo.
Esta ha sido la quinta intervención documentada -existieron otras menos afortunadas- en unas pinturas al fresco en las que Francisco de Goya representó a la Virgen como Reina de los Mártires rodeada de santos que sufrieron martirio y de aquellos que gozan de la devoción de los aragoneses.
También han sido restauradas las pinturas que un Goya todavía joven -tenía 34 años- pintó en las cuatro pechinas que soportan la cúpula, y que representan a la Fortaleza, la Paciencia, la Caridad y la Fe, cuatro Virtudes que elevan su mirada hacia la Virgen. Goya, que dedicó tres días a pintar cada pechina, aplicó en esta colosal obra los conocimientos sobre la técnica de la pintura al fresco que poco antes había aprendido durante su estancia en Italia.
La restauración, que ha costado poco más de un millón de euros, sufragados a partes iguales por el Gobierno de Aragón y la Fundación Caja Madrid, guardaba además una sorpresa, pues se ha descubierto una paloma símbolo del Espíritu Santo pintada también por el artista en el "capulín", el casquete de la cúpula, y que permanecía oculta por anteriores restauraciones.
En esta recuperación han tenido además un protagonismo destacado el Ministerio de Cultura, a través del Instituto del Patrimonio Histórico Español, encargado de los estudios previos a la intervención, y el Cabildo Metropolitano de Zaragoza.
Año y medio de trabajo -varios de los especialistas ya trabajaron en la restauración de las pinturas de Goya en la ermita madrileña de San Antonio de la Florida- han sido necesarios para acabar con los dos principales problemas que amenazaban el futuro de las pinturas: la concentración de sales y las grietas antiguas y nuevas, algunas con más de cinco centímetros de ancho.
La alarma cundió cuando comenzaron a desprenderse fragmentos de las pinturas, motivo por el cual lo primero que se hizo fue arreglar la cubierta, para evitar la entrada del agua de la lluvia, obra que realizó el Ministerio de Fomento a través del uno por ciento cultural.
Se han protegido las zonas inestables, consolidado grietas y morteros, limpiado la película pictórica, eliminándose repintes y estratos de pintura azul que cubría los frescos, y se han reintegrado los colores originales de la paleta del maestro.
Además de recuperarse elementos decorativos como cornisas, molduras y angelotes de yeso, la cúpula "Regina Martyrum" ha sido dotada de una iluminación especial, encendida este jueves por vez primera por el Príncipe, y que permitirá contemplar desde abajo, cuando se retiren los andamios, la belleza de los frescos que Goya pintara hace 226 años.
El resultado es una "feliz y maravillosa" restauración, según escribió el Príncipe de Asturias en el libro de honor de la Basílica del Pilar al concluir su visita y tras conversar con los restauradores que la han hecho posible.
Marcelino Iglesias, que acompañó a don Felipe, a quien a media mañana había recibido en la plaza del Pilar, donde centenares de personas aguardaban la llegada del Príncipe, habló de "rigor, estudio, creatividad y respeto a la obra original" en este trabajo que contribuye "a crear un futuro para nuestro pasado" y que es fiel reflejo "de la vitalidad actual de los aragoneses".
Fuente: Heraldo de Aragón