Corazón de papel (II)


(..)Jamás me hubiese imaginado que tal nombre podría existir y que sería la causa de tanto desasosiego en nuestra vida. “Corazón de papel”, parece un nombre de chiste, de cuento, de una cosa inventada para nuestra fantasía pero detrás de ese nombre se esconde una terrible enfermedad. Al principio no entendía el porqué nos había tocado a nosotros, hacíamos una vida sana, no fumábamos, no bebíamos, íbamos al gimnasio de manera regular y nunca abusábamos de los fritos y congelados pero aún así no había error posible, el diagnóstico era claro y la evolución clara y diáfana. Un par de meses en los que intentar conocer un poco más sobre la enfermedad, intentando engañarnos diciendo que todavía quedaba tiempo para llegar a tal síntoma, que eso que decían los libros y los médicos a nosotros no nos iba a ocurrir… pero la mayoría de veces el engaño no sirve de nada y sólo retrasa lo inevitable y las medicinas acaban llegando. El cansancio, el reposo absoluto, la imposibilidad de respirar por medios propios, la necesidad de ayuda para todo hacen que la realidad se abra de la manera más dolorosa. Ves como se va, despacio, sin poder evitarlo, como los granos de arena que se escurren sin remedio por entre los dedos aunque los intentes retener. Y entonces llega el día en el que te dicen que has pasado a estar el número uno en la lista de transplantes y la vida depende de que alguien muera, y se te hunde el mundo. Deseé con todas mis fuerzas que alguien, quien fuera, muriera en ese mismo instante para poder terminar de una vez esa pesadilla. Yo, que jamás he podido matar ni una mosca estaba dispuesta incluso, a matar con mis propias manos a quien se me pusiera a tiro por un corazón, su corazón… Ese delirio me duró unas horas en las que no salí de casa por medio a llevar a cabo mis amenazas, volví a la realidad cuando vi tu mirada implorante, desde la cama, llamándome para que me sentara a tu lado y te cogiera la mano, y en un hilo de voz confesaste tu miedo. El miedo que te invadía más que el oxígeno que te mantenía con vida y lloraste, lloramos por todo aquello con lo que soñamos y, que en ese momento, no sabíamos si podríamos hacer, por las cosas que quedaban por decirnos, por las dichas que hubiéramos querido borrar y que ya no podíamos, por todo y por nada. Pasaron uno, dos, tres y hasta cuatro días, mirándote a cada segundo, sin que tú ya me vieras, en el hospital rodeado de tantos y tantos tubos, botes, jeringas, agujas y todo de artilugios que te ayudaban a aferrarte a este mundo junto a mi mano. Visitas que más que hacerte compañía a ti me la hacían a mi. Llantos desesperados por no poder hacer nada para ayudar. ¿Hay alguien cuerdo que donaría su corazón sabiendo que así morirá?, yo no conozco a nadie, ni yo misma hubiera tenido el valor de hacerlo, quizás puedas llamarme cobarde y tendrás razón, lo soy. (continuará..)

Foto: Q.ueen

Texto: Dsdmona

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4 comentarios :

  1. No es autobiográfico no?... Aunque seguro que eso ya lo pasó alguien y el catálogo de sentimientos humanos es más o menos igual en cada persona.
    Ciao. (y si has estado en roma ya sabes lo que significa).

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  2. Me dejas boquiabierta, debio de ser angustioso y desgarrador, espero que quien fuera ahora este mucho mejor, y que el transplante se haya podido llevar a cabo.
    Un beso

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  3. Si en la primera parte reconocía muchas sensaciones, en esta parte la impotencia me invade, confio en que no haya sido autobiográfico, porque pasar por algo así es tremendo, y esto me lleva a asociar con la poca importancia que, a veces, damos a las donaciones, y a cuánto sufrimiento se evitaria con ello. Espero la continuación, un beso

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  4. Angustioso. Espero la continuación del relato y que no sea autobiográfico; y si lo fuera..., que tenga un final feliz. Un besote!!

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