Cuento de Navidad



Paseando por los diferentes blogs que leo me he encontrado con este precioso post de Fire, mis dedos se han puesto en marcha y han creado esta historia/regalo que espero os guste a todos/as.

Hacía más de un mes que trabajaba sin descanso para poder reunir un poco de dinero extra y aún así no había podido reunir más que un centenar de euros. La cosa estaba mal, tanto como para los que tenían como para los que no tenían, mucho peor para los que no tenían y debían buscar; la búsqueda le llevo casi dos meses, en todos sitios le decían que no podían, que no había dinero para nadie más, que apenas les llegaba para ellos mismos... hasta que un día entró en la librería, Matías, le dijo que no podía prometerle mucho pero que algo seguro que si podría darle.

Después de salir de la obra que hacía en la calle Ramelleras se iba a pasar el resto de la tarde y parte de la noche ordenando y poniendo en cajas los pedidos que realizaban por Internet a la librería, una de esas librerías de antiguo que tanto gustaban a su hijo, donde poder perderse entre hojas de otros tiempos y dejar volar la imaginación con caballeros y princesas, en señores y campesinos luchando por sus tierras. Tanto tiempo pasado y continuaban casi igual que en la época feudal, unos mucho y otros nada. Al salir de allí se iba a casa, no había mucho tiempo, un par de horas de sueño, una ducha y vuelta a la obra, día sí día también. Aquellos pisos tenían que albergar a sus habitantes para las fiestas y tenían que dejarlos listos cuanto antes, si se hubieran decidido antes ahora no se debería correr tanto... pero él sólo obedecía, a poner baldosas, él ponía baldosas, a poner enchufes, él ponía enchufes... sólo cuando estaba en la librería era su propio jefe, Matías le había dado la libertad de estructurarse el trabajo como él quisiera, su única condición era tener terminados los pedidos por la mañana para poder enviarlos cuanto antes.

Faltaban cuatro días para la Navidad, la obra se había terminado a tiempo y alguien a quien no conocía tendría un nuevo hogar en el que celebrar las fiestas. A él sólo le quedaba regresar a casa, juntar sus escasos recursos y regalarles a su familia una gran cena (en sus modestas proporciones), quizás un regalo distinto fuera suficiente para alegrarles la noche, una de las más frías del año. Se fue al mercado, miró y remiró precios de manjares, escogió aquello que les gustaba a cada uno de los miembros de su familia, un poco de pescado para su mujer y su hijo pequeño, algo de carne de caza para su hijo mediano y para su hijo mayor y él mismo unas verduras para hacer al horno. No sería una comida digna de un rey pero si lo suficientemente especial para aquella familia acostumbrada a bien poco. Lo dejó todo en casa y se fue a la librería, era su último día y deseaba despedirse de Matías, agradecerle el que hubiera contado con él a pesar de las circunstancias. Trabajo hasta tarde y al salir llevaba bajo el brazo un paquete que habían dejado en el mostrador con su nombre, no quiso abrirlo pues supuso que contenía, ya llegaría el momento... en los postres.

Paso media tarde del día de nochebuena cocinando, su mujer desde el sofá al que estaba atada le daba algunas instrucciones para cocinar las viandas, no era necesario, él había sido el cocinero de aquella familia durante mucho tiempo pero le gustaba que fuera ella la que por momentos se sintiera útil.

Sus hijos llegaron al cabo del rato, habían ido a jugar con los amigos del barrio, estaban sudorosos y sonrientes. Se sentaron en la mesa, unas velas, unos pequeños adornos hechos a mano ponían el toque de color. Las viandas en bandejas descascarilladas, hacían las delicias de los pequeños. Su padre sonreía, sería la primera Navidad en mucho tiempo que la mesa estaría tan llena. Comieron, rieron, cantaron, lloraron pensando en los que ya no estaban, y sobretodo disfrutaron. La cena había terminado y el momento de los regalos había llegado, los niños sacaron de su envoltorio las postales y adornos que había hecho en el colegio para sus padres, con mejor o menor traza pero igual de preciosos a sus ojos. Se abrazaron y tuvieron su lugar en la vitrina del comedor.

Fue a la habitación y cogió el paquete, lo llevó a la mesa y lo depositó sobre ella, cortó el cordel que ataba el duro papel de embalar, al abrirlo una nota cayó a sus manos, era la letra de Matías: gracias por la ayuda, siento no haber podido contribuir mejor a su Navidad pero espero que estos libros hagan un poco más felices estos días. Las lágrimas ya corrían por sus mejillas antes de poder terminar de leer. Sus hijos se agolpaban a sus espaldas, se frotó los ojos y terminó de abrir el paquete, dentro había cinco libros, todos distintos, pensados para cada miembro de la familia. Para mamá un libro de recetas de cocina, para el pequeño un libro de cuentos con ilustraciones preciosas a acuarela, para el mediano una novela de aventuras medievales tal y como le gustaban representar en sus juegos, para el mayor un libro para poder fabricar maquetas en madera, sus ojos brillaban tanto que parecían estrellas y para el padre un librito con tapas verdes, sin título en la portada y que al abrirlo sólo tenía escrito: Cuento de Navidad.

Fue la Navidad más maravillosa de todas


Foto: brianzabiblioteche
Texto: Dsdmona

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3 comentarios :

  1. Recién llegada, tu regalo me estaba esperando. Gracias niña linda, gracias y ... Feliz Navidad!!

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  2. jo....que tonta soy...me emocioné al final...
    como dice un buen amigo mio...
    parece que ando estos dias "cerca del agua"...que se me llenan los ojos constantemente.....
    precioso des.....pone de manifiesto lo realmente importante en estos dias....
    y ademas...me siento honrada de humildemente haberte inspirado en sta preciosidad...
    un besazo corazon

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  3. felicidades y lo mejor en el 2009!!

    besitos

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