La casa de Bernarda Alba

Tras la muerte de su segundo esposo, Bernarda Alba se recluye e impone un luto riguroso y asfixiante por ocho años, prohibiendo a sus cinco hijas a que salgan a la calle. Cuando Angustias, la primogénita y la única hija del primer marido, hereda una fortuna, atrae a un pretendiente, Pepe el Romano. 

El joven se compromete con Angustias, pero simultáneamente enamora a Adela, la hermana menor, quien está dispuesta a ser su amante. Durante un encuentro clandestino de los amantes, María Josefa, la madre de Bernarda que mantienen encerrada por su locura, sale con una ovejita en los brazos y canta una canción absurda pero llena de verdades. 

Ha sido el libro escogido por Senderos Íberos para el club de lectura del mes de Octubre.

Un clásico del teatro y de la literatura nacional. Una obra compleja a pesar de su escaso tamaño.

Sobre ella se han escrito tratados y tratados, se ha estudiado hasta la extenuación y no voy a descubrir nada nuevo a estas alturas. Sólo puedo decir que no lo había leído nunca hasta ahora y la he disfrutado mucho.

Una casa de luto es la protagonista junto a las mujeres que en ella viven. Una abuela, una madre y las hijas que junto a las criadas forman un ramillete de lo más heterogéneo. 

Un silencio se ha impuesto sobre esta caso que está de luto, las apariencias para la matriarca son lo más importante y ahogan en ese silencio impuesto a unas hijas jóvenes que apenas han descubierto mundo y se ven destinadas a una vida negra y sin sentido.

Las criadas desafían un poco las órdenes de la matriarca pensando en aquellas jóvenes que no tienen vida y callan alguna que otra sospecha aunque nunca se puede conseguir del todo.

Y las hijas, se controlan, se destrozan los nervios unas a otras con causa y sin ella, por el placer de hacer algo distinto al tedio que envuelve la casa y sus vidas decrépitas.

La presencia de un mozo, con no muy buena fama, precipitará todo y hará que el férreo control de la madre escape de sus manos y aquello que siempre ha deseado que no pasara entre sus paredes sea algo inevitable.

Recomendar esta obra y a todas las del autor debería sobrar pero por si todavía queda algún/a despistado/a...