Morir despacio

Morir despacio arranca cuando Ernesto Barroso saca a Monroy de su retiro al pedirle que investigue acerca de las circunstancias del suicidio de su hijo Víctor, informático free lance que hacía trabajos para un periódico digital. 

El exmarinero no tardará en descubrir que la muerte del joven no está tan clara como afirma la explicación oficial y que no es la única víctima vinculada a una trama de corrupción que casi toda la ciudad conoce pero nadie denuncia...

Tras leer La estrategía del pequinés (Premio Hammet 2014) y La última tumba (Premio Getafe Negro 2013) me topé con esta novela de la serie protagonizada por Eladio Monroy (la cuarta parte concretamente)

Sigue la estela de las otras novelas que he leído del autor, una narrativa fluida, con tramas sin muchas complicaciones que hacen fluir lo que de verdad le interesa contar al autor. Esa denuncia de la situación actual del país, de la isla donde vive y donde centra sus novelas, esos entramados subterráneos, las mafias, los subterfugios que todos saben y que pocos se atreven a airear o desafiar.

Personajes que no son felices o que parece que van perdiendo su alegría por el camino, siempre les falta algo para redondear su vida. Torturados interiormente, esa infelicidad les empuja a buscar, investigar, quizás no de la manera correcta, aquello que creen que les falta y cuando casi lo tienen a tocar se esfuma dejándoles casi peor que antes...

En este caso una corrupción que sucede a la vista de todos, de la que casi todo el mundo se aprovecha y que nadie denuncia porque ya les está bien, aunque no mojen siempre les queda la esperanza de mojar en algún que otro momento y ¿quién querría desaprovechar una ocasión así? poco importa que no sea legal, que sea moralmente dudosa la actitud, siempre pensando en que si los demás lo hacen porque no hacerlo nosotros también... y pensando así sólo conseguimos mundos como el que vivimos.

Una delicia volver a leer a este autor que tanto me gusta.

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