Un cuerpo irreconocible, deforme y sin rostro, aparece en la orilla de un río de una ciudad de provincias. Con la solemnidad de un acto religioso, con la agresividad de una violación, con la ternura de una caricia, ese cuerpo se desvelará en cada corte de bisturí de un médico forense obsesionado con los secretos que le cuentan sus muertos.
Este es mi cuerpo es una novela impactante, íntima; es, literalmente, la autopsia de un crimen, pero también la narración sobre la fragilidad física y sobre los reflejos de la muerte en la vida de los que se quedan. Se lee con la urgencia que da el placer de una gran lectura y con la necesidad de llevar al límite la morbosa sensación de conocer por dentro un cuerpo a través de las personas que de algún modo lo tocaron.
La historia me parece original y novedosa, aunque al final sea un poco más de lo mismo en cuanto a un personaje central y los demás que giran a su alrededor desgranando poco a poco la relación con el personaje principal, que en este caso no habla, no se mueve y que transmite lo que quiere decir a través de las manos del forense que la examina. Al final me ha costado un poco entender que relación tienen algunos personajes o más bien el espacio-tiempo de esta relación y por eso me he quedado con un poco de mal sabor de boca.
Era una apuesta arriesgada, no había leído nada de esta escritora y, aunque no me ha desgradado su manera de escribir, no me ha terminado de convencer el final de la historia.
"Temo que alguien desgarre este jirón de recuerdo con un comentario desacertado. Sé que los recuerdos són frágiles cristales que durante toda la vida mantenemos en un equilibrio inestable, como si sospecháramos el desliz final, cuando tropezamos con ellos y luego nos vemos obligados a recoger los pedazos." (pág. 59-60)
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