Allí había descubierto que escribía porque no podía vivir sin hacerlo. Las palabras no dichas se le ordenaban solas mientras miraba. Aquella hilera de letras mudas le sonaban como una cascada de agua cristalina. Pronunciadas, perdían su magia: nunca había sido su gran fuerte. De tanto ir en silencio, su alma aprendió a hablar sin voz. (pág. 40)
Foto: Madamepsychosis
Texto: Ella que todo lo tuvo, Ángela Becerra
Las palabras son todo lo que tenemos (Samuel Beckett)
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