Mathias (Kevin Kline), un neoyorkino que necesita dinero, viaja a París para vender el lujoso apartamento que acaba de heredar de su padre, con quien no tenía ningún contacto.
Al llegar allí descubre que una señora mayor, Mathilde (Maggie Smith), vive allí con su hija (Kristin Scott Thomas).
No tarda en enterarse de que, según la ley francesa, no podrá hacerse con el piso hasta que Mathilde fallezca.
Grandes actores para una película pequeña, íntima, de mucho hablar y poco acción, de sentimientos, de dudas, de miedos (a la vida, a la muerte, al amor, a los descubrimientos).
Una casa antigua, una deuda importante y un padre con el que apenas había tenido relación hacen que Mathias viaje a París. Debe vender la herencia que le ha dejado su padre y así poder empezar de nuevo pero a veces las herencias vienen envenenadas y esta vez no será una excepción.
En la casa vive una anciana y su hija, les pertenece hasta que muera y no sólo no puede disponer de ella sino que tiene que pagarle una renta hasta el final de sus días. El film nos relata las primeras horas y meses de Mathias no sólo en París sino en esa casa que podría haber sido su salvación y parece ser su perdición.
Preciosa, precisa, emocionante (aunque algo previsible) pero ideal para disfrutar de grandes actores en una cinta destinada a su lucimiento.
Pues no la he visto. Y voy a tener que hacerlo.
ResponderEliminarBesotes!!