No se trata en La sospecha de descubrir quién es el asesino, sino de saber si el comisario Bärlach, obstinado paladín contemporáneo de antiguos valores, conseguirá salirse -y cómo- de la trampa en la que ha caído. Tras una operación quirúrgica, que tal vez le alargue un poco más la vida, Bärlach, en su lecho de hospital, lee simbólicamente la revista Life. Una fotografía despierta en su médico la sospecha de que el tristemente célebre doctor Nehle, que practicaba operaciones sin anestesia en el campo de concentración de Stutthof, no es otro que el doctor Emmenberger, director de una clínica privada en Zurich. A partir de este momento, Bärlach, que tendría todo el derecho de gozar tranquilamente del año que le queda de vida, emprende una arriesgada investigación que le conducirá, a través de una alucinante trayectoria poblada de monstruos, a un desenlace que él jamás pudo imaginar.
Es una novela policíaca demasiado corta como para resultar creíble. Los hechos se desarrollan demasiado veloces como para que la sensación de que se ha investigado, de que hay bases sólidas para sus afirmaciones, ya que a partir de esas sospechas, rápidamente confirmadas, es hacia donde se desarrollan los hechos contados y que dan lugar al desenlace de la novela.
Se lee rápido, con un lenguaje algo culto en determinados trozos pero no engancha y cumple con las expectativas que creas al leer la contra portada o las referencias de esta novela.
No lo conocía, pero por lo que cuentas, tampoco me llama. Así que uno que dejo pasar.
ResponderEliminarBesotes!!!
No me llama nada la atención y por lo que comentas no tengo intención de leerlo. Besos!
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