La sonrisa etrusca

La sonrisa de la verdadera felicidad, la sonrisa del amor profundo, la del que nada pide y todo da, la sonrisa duradera, más allá del tiempo y del lugar. La sonrisa dulce, tierna, algo burlona y enormemente placentera que cierra significativamente el ciclo vital de un ser que fue violento, justo e inflexible en sus convicciones, endurecido por la guerra y por la lucha diaria contra una agreste naturaleza indomable, el ciclo vital de un hombre seco, profundo, radicalmente honesto consigo mismo pero incapaz de comprender las debilidades del otro, los matices de la existencia cotidiana o las diferentes maneras de pensar y de existir.

Basada en la novela de José Luis Sampedro y con una adaptación de Juan Pablo Heras nos llega una nueva producción en el teatro Goya.

Reconozco que no he leído la novela y no tenía ni idea de que iba la obra y esta vez fui enganchada con la posibilidad de ver en un escenario teatral a Hector Alterio y Julieta Serrano.

Después de ver la obra me gustaría leer la novela y descubrir el texto original y disfrutar de él. De la obra de teatro destacaré la actuación de Alterio aunque hay momentos en que no se le entendía mucho, creo a causa del micro mal colocado.  El resto del reparto no me entusiasmó aunque al ser la sesiones previas igual habían demasiada rigidez en sus textos y sus movimientos. Aún así la obra está bien, los flashblacks están bien resueltos y con un escenario minimalista solucionan muy bien la papeleta.

Hay amores que nos e pueden sustituir y el de un abuelo por su nieto es uno de ellos, por encima de todas las demás cosas... es con lo que me quedo.

Una buena recomendación si estáis por aquí.