Dios mío ¿pero qué te hemos hecho?

Claude y Marie Verneuil, un matrimonio católico y muy conservador, tienen cuatro hijas, a las que han tratado de inculcar sus valores y principios. Sin embargo, las chicas sólo les han dado disgustos: la mayor se casó con un musulmán; la segunda, con un judío, y la tercera, con un chino. 

El matrimonio deposita todas sus esperanzas en la hija menor, esperando que, al menos ella, se case por la iglesia. 

A veces, una debe ir al cine con el sano propósito de dejarse llevar, reír y ver una de esas películas que te hace no pensar, no ir más allá buscando dobles o triples significados, sencillamente una película que te haga salir un poco más risueña de lo que entraste.

Esta película es de ese tipo, esta bien hecha, tiene unas actuaciones muy aceptables, cuenta una historia ligera, llena de tópicos pero que hace que durante una hora y media te olvides de todo lo que cargas, de todo lo que te hace bajar la cabeza y te recuerda que es posible volver a sonreír, y que además es muy importante hacerlo.

Una familia chapada a la antigua con cuatro hijas, tres de ellas casadas con un judío, un árabe y un chino, sólo rezan para que su última hija, su esperanza, se case con alguien que ellos consideran perfecto y a poder ser por la iglesia... A partir de aquí, desencuentros, momentos hilarantes y una sorpresa que poco se esperan harán de una simple familia una de las más alocadas que he visto en años.

Muy recomendable para una tarde de sofá y manta o un rato de evasión.