Hay veces que todo lo que te apetece hacer es nada y ese nada se convierte en todo, ese nada hace que te metas en tu caparazón a la espera que el vendaval cese, que las aguas furibundas se calmen y vengan tiempos mejores. Esperas dentro de tu cobijo, con los pedacitos que has ido perdiendo por el camino, recomponiéndote, reconstruyendo, para salir mucho más fuerte, mucho más preparado para un nuevo vendaval... Hoy todo se convierte en nada y ese nada es ahora todo... seguiremos con el caparazón, es lo único que se puede hacer...
Texto: Dsdmona
Foto: Bárbara
Bueno, al cobijo del caparazón podemos descubrir también esas partes olvidadas de nuestros interiores, esas que nos hacen ser quienes somos, que están siempre ahí, y dan lugar a que, esforzada o naturalmente, los pedacitos vuelvan a reconstruir el perdido equilibrio que configuraba el todo. Ese algo mágico que vuelve a recolocarlo todo, fruto de la lucha que sólo pretende volver a la luz del día, para disfrutar lo que somos y/o lo que son los demás habitantes de este ejército de ermitaños.
ResponderEliminarMe he acordao, de pronto, de una imagen de la infancia. La playa llena de cangregos barriletes y ermitaños. Poner el pie en la arena y, zas, de pronto, desaparecer todos en sus madrigueras, en un santiamén. Luego, recuperada la seguridad de un panorama despejado de posibles amenazas humanas, volvían, de nuevo, incansables, a buscar el sol y a respirar el mar. Una y otra y otra vez.
Saluditos y más ánimos, sí?
pero déjame un laito donde también pueda cobijarme ;) Un beso
ResponderEliminarA veces estas temporadas son necesarias para tranquilizarnos y vovler a enfrentarlo todo con mas fuerzas y mejor animo
ResponderEliminarLo que consuela es que sean pasajeras
Animo
Todo caparazón, afortunadamente, tiene una abertura que funciona como entrada y salida. Lo importante es entornar esa puerta... no cerrarla del todo. Es tiempo de cobijarse. Pues vale. Los demás, con paciencia, esperamos fuera. Abrazos
ResponderEliminarHoy esta entrada tiene un especial significado para mi, porque acabo de comprender que para que algunos vendavales pasen hay que salir del caparazón, no se si estoy reconstruida y fuerte de nuevo para salir, pero sólo así podré expulsar al incordiante huesped que se me coló, el miedo.
ResponderEliminarSaludos Dsdmona. Gracias. Buen verano. Ciao
si supieras lo metida que llevo yo estos dias en mi caparazon... ni la lluvia me hace sacar los cuernos (y nunca mejor dicho).
ResponderEliminarun beso.
Yo cambié mi caparazón hace tiempo por un paraguas de colores...que protege lo mismo casi pero no impide el paso de la luz,y deja llegar el fresco olor de la lluvia de una tarde de tormenta...
ResponderEliminarbesos
y ánimo...
Pues yo hace muy poco desempolvé el mío para meterme dentro y si bien unas pocas veces he asomado la cabeza y he querido dejarme seducir nuevamente por el exterior, al final he terminado volviendo y sospecho que pasaré aquí dentro una buena temporada. Al menos he traído conmigo varios folios en blanco.
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