A veces, si el tiempo no puede cerrar las heridas del corazón, el coágulo queda incrustado en lo más hondo del alma y allí permanece, hasta que se reabren y se limpian con esmero. Pero hay ocasiones, cuando ni el más virulento de los amores justifica el afilado cuchillo, que esa cura no puede venir más que de uno mismo.
Madrid, en la actualidad.
Violeta, incapaz de impedir que Álvaro la maltrate, descubre que está embarazada y le deja una temporada para intentar decidir si pone fin a su relación y tiene a su hijo. Va a visitar a su abuelo Diego, con quien vivía desde niña, y juntos regresan al viejo palacete de la familia en Asturias, donde ambos emprenderán un viaje hacia lo más hondo de su ser, de sus luces y de sus sombras. En ese camino, Violeta intentará averiguar cómo ha llegado a renunciar a sí misma y Diego se reencontrará con su amor: Elisa, la pintora de sus sueños, la única mujer a la que amó. Violeta buscará en su abuelo el apoyo que necesita para volver a sentirse mujer y Diego intentará encontrar en ella la fuerza para desvelarle un secreto que lleva asfixiándole desde que, muchos años atrás cuando su amada Elisa y él abandonaron España en los estertores de la República y se instalaron en París, ella se vio inmersa en una trepidante conspiración dirigida por la Resistencia francesa para engañar a los alemanes y él tuvo que tomar una decisión que le consoló y le atormentó el resto de su vida.
París, en la época de la ocupación alemana.
Elisa es una joven pintora recién licenciada en la École Nationale Supérieure des Beaux Arts que acaba de comenzar su carrera profesional. Bajo el auspicio de la influyente marchante parisina Danielle Lambert, está introduciéndose en el mercado del arte a costa de falsificar para la exquisita galerista algunos cuadros destinados a clientes en otro tiempo pudientes. Pero un día su frágil mundo se desmorona sin que Diego pueda hacer nada por impedirlo. Entonces empezará a pintar estrellas y arriesgará con ello su propia vida en un intento temerario de engañar al ERR, el servicio dirigido por el mariscal Goering e ideado por Hitler para expoliar el arte de toda la Europa ocupada, y evitar que los nazis saqueen de los museos parisinos las obras de los pintores degenerados y desaparezcan así para siempre.
Dos historias de amor en dos mundos y dos épocas, dos pasiones dañinas, dos búsquedas de la verdad que convergen en un hermoso palacete azul que, tal vez, hablará.
Amelia Noguera ofrecía sus dos novelas en formato e-book de manera gratuita en su blog. Casualmente lo vi y al leer la sinopsi de las dos me quedé enamorada de "La pintora de estrellas", se la pedí y amablemente me la envió.
Tiene todos los ingredientes para hacerla una novela muy apetecible a mi gusto lector, tiene misterio, tiene una base histórica, habla de una época por la que estoy especialmente atrapada y además tiene un poquito de amor, no romántico, me refiero a amor/pasión por alguna cosa, en esta ocasión por la pintura, los cuadros y las estrellas.
La novela transcurre entre el pasado y el presente, siendo Diego el nexo de unión entre los dos tiempos. En el pasado conocemos a un Diego joven, recién emigrado a la fuerza con su familia a París, una ciudad todavía no tocada por la guerra que se está gestando en Europa, descubrimos su amor hacia Elisa y sus cuadros, la vida nada fácil para los emigrados siempre con el miedo. Nos infiltramos en la red para salvar los cuadros franceses de las manos nazis, descubrimos el entramado que logró evitar que miles de cuadros se vieran reducidos a cenizas.
En el presente Diego, acompañado de su nieta Violeta, ha decidido volver a su casa en Asturias, a enfrentarse con el pasado y dejar todos los asuntos cerrados antes de que la muerte le lleve con él, aunque eso implique remover demasiados recuerdos y el olor que ellos trajeron.
Violeta por su parte se ha refugiado en los únicos brazos que sabe que no le fallarán, la única persona que le ha prometido que nunca habrá mentiras entre ellos y en los únicos brazos en los que se siente segura después de la penúltima paliza de Álvaro. No entiende el porqué su abuelo ha decidido emprender el viaje en este momento y que tiene que ver ella en todo eso.
El lenguaje varia claramente según el personaje que lleve la voz y eso hace que cuando habla Diego el lenguaje se vuelva más cerrado y pesado, más cerca de un monólogo interior que de un lenguaje cercano a la calle, eso (para mi) ha supuesto la única traba en una historia muy redonda que deja el corazón en un puño y los ojos llenos de lágrimas cuando llegas al final.