Aún sin darnos cuenta, la música nos acompaña todos los días; en la televisión todos los anuncios tienen su música identificativa, de muchos comercios salen notas que nos distraen de nuestras cavilaciones, hasta en los transportes públicos, la música nos acompaña allá donde vayamos. A todo esto hay que unirle la evolución de los aparatos reproductores, los famosos mp3, que han pasado a ser prácticamente invisibles y con gran capacidad.
La música tiene la capacidad de llevarnos a otros mundos, a otros estados (tanto emocionales como físicos), capaz de hacernos llorar las más amargas lágrimas con sólo unas notas o hacer que una gran sonrisa aparezca en nuestros rostros con unos acordes. Sirve para festejar bodas, bautizos, fiesta familiares y a la vez para recordar a quien ya se fueron. Todos, por muy distintos que seamos, podemos encontrar aquel estilo en el que nos sentimos identificados, a veces sin movernos de él y otras veces, descubriendo nuevos estilos arriesgando en ir más allá de lo ya conocido.
Sólo son siete notas, dispuestas de tantas maneras distintas que forman una variedad increíble de sonidos y armonías. Une a tan distinto tipo de gente que sólo con eso ya tendría que tener un estatus de maravilla del mundo.
No creo que tenga que tener un Día mundial para que la gente se acuerde de ella y la promocione (otra cosa es el negocio que se hace con ella) porque la música es libre y hace libre a los que la disfrutamos... yo, al menos, no puedo vivir sin ella.
Foto: Carlos Porto
Texto: Dsdmona
:-) yo tampoco... aunque hay algunas de las que podría prescindir sin problemas...
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