Núria y Elena son dos mujeres con cuentas pendientes; dos amigas separadas por el amor de un hombre y el destino de una patria. Dos mujeres atraídas sin remedio por el encanto de una ciudad prodigiosa; una ciudad rosa de fuego, azul y roja. Su reencuentro, la última batalla entre las dos, tendrá lugar en una Barcelona que respira, a pesar de todo, las cenizas de una época dorada. Ambas tendrán que poner en solfa lo que las acerca y lo que las separa, con el resonar de una guerra estúpida y sangrienta como telón de fondo.
Un único escenario, el comedor de una casa pudiente de Barcelona, donde se desarrolla toda la acción de la obra. Se nombra también una cocina que nunca se ve...
Un piano mudo que sólo está permitido tocar en determinados momentos de día puede simbolizar el silencio impuesto por las bombas, por el asedio de la ciudad en esos días terribles. Una mujer, viuda, que lleva con dureza y rigidez la casa en la que vive junto a su suegro, sus dos hijos y una sirviente que parece más de la familia.
La acción transcurre durante todo un día, el del cumpleaños del hijo pequeño de la familia, y todo transcurre como otro día más hasta que llega Elena, una amiga de la familia, residente en París y que se encarga de desbaratar la tristeza y el silencio de la casa con sus risas, su música y su despreocupación (ya se por ignorancia o por intentar levantar el ánimo). Núria es la única que no recibe con entusiasmo a la recién llegada y es que el orgullo es un gran obstáculo a la hora de retomar viejas amistades.
Una obra preciosa, tierna, divertida, dramática, reaccionaria, con frases que podrían valer en la situación actual sin problemas. Unos personajes entrañables, mundanos, con sus defectos, sus pensamientos y sus vidas aterradas... que transportan al espectador a lo que podría ser la angustia de un bombardeo.
Emma Vilarasau en un papel más cómico de lo que nos tiene acostumbrados brilla, se mueve, baila, recita, se pone sensible, doliente, dura... Miriam Iscla, más conocida en papeles cómicos, es una mujer dura, soberana de su casa, orgullosa de lo que ha conseguido en ese oasis en medio de la guerra pero sobretodo dolida por el abandono y la alegría que trae la inesperada visita.
El resto del elenco a la altura de una pareja de mujeres de diez, que consiguieron poner a todo el teatro en pie, con la ovación más larga que yo recuerdo en un escenario (más de cinco minutos).
Imprescindible.
0 comentarios :
Publicar un comentario