Los muertos no tienen amigos

"Es detective, se llama Basilio Céspedes, aunque en el barrio donde vive, el Poble Sec de Barcelona, todo el mundo se empeñe en llamarle Humphrey. No bebe más que cuando la vida le supera, no es un tipo duro ni le interesa serlo, lo suyo son los divorcios y la manipulación de las notas de gastos que presenta a sus clientes.

De repente la muerte florece a su alrededor; sus nuevas amistades son: un gallego, un capo mafioso, una puta que lo sabe todo, un policía violento y un dios con minúscula. No le gustan los cabarets pero debe entrar en uno donde nada es lo que parece y donde hay más lagrimas que risas. 

Conocer a un escritor, compartir cañas y conversación y después  confesar que no has leído nada de él fue una de las situaciones más embarazosas en las que me he encontrado. Así que aquí estoy para enmendar mi error.

No sé si he escogido una buena novela para empezar, si tiene mejores o son todas iguales, lo que sé es que me he divertido leyéndola y descubriendo a este detective poco hábil con el noble arte del ligoteo, que no va nunca armado, que no bebe nada más fuerte que naranjada y que tiene un imán para encontrarse con problemas.

Basilio Céspedes, alias Humphrey, se dedica a los trabajos propios de un detective privado e intenta sobrevivir; cuando su amigo el inspector lo llama en plena noche para decirle que uno de sus conocidos está sobre la mesa de autopsias sabe que vienen problemas.

Investigar sin el respaldo oficial de la policía en los sórdidos bajos fondos que nos describen en la novela no es moco de pavo y sólo los valientes o los inconscientes pueden lograrlo. Si además debe enfrentarse a un capo gitano para salvar el pellejo de uno de sus amigos estamos ante un héroe... aunque él a lo único que aspira es a ligar de vez en cuando.

Además de regalarnos una historia con intriga, buenos personajes, un ambiente cuidado y reconocible el personaje principal también nos da mucha ironía, quizás al única manera de superar todo lo sórdido y violento que tiene que ver ante sus ojos en cada momento de la novela.

Un autor para descubrir, negro y sórdido y, a pesar de todo, terminar con una sonrisa en la boca.