Tres personajes se encuentran una noche de invierno en una parada de autobús: Mila (Mercedes Sampietro), una profesora que ha estado un año de baja tras sufrir una agresión por parte de uno de sus alumnos; Celso (Alex Brendemühl), guardia jurado, casado, padre de un hijo y con graves problemas económicos, a punto de enterarse de que va a ser padre, pero esta vez de gemelos; y Valeria (Aina Clotet), estudiante de violonchelo, con una turbia relación familiar y amorosa. Los tres personajes iniciarán un viaje a la deriva que les llevará a enfrentarse a sus miedos y frustraciones, y a tomar cada uno de ellos una decisión al límite que cambiará sus vidas.
Con una fotografía en la que predomina siempre el gris, 53 días de invierno narra el dificultoso devenir de una profesora acosada por el matonismo escolar de sus alumnos; una joven obnubilada por una relación amorosa que mezcla lo profesional con lo personal; un vigilante jurado agobiado por los números rojos a final de mes; una mujer abandonada por su marido después de 20 años de matrimonio; y una anciana que se refugia en la recogida de perros ante la soledad de la existencia. En fin, la vida y nada más.
Colell recoge detalles de puesta en escena ya clásicos en directores como Jaime Rosales (encuadres de una habitación con la cámara fuera de ella, mostrando el marco de la puerta), y cuenta su odisea coral (en general, más fácil de narrar que una única historia) con credibilidad y cierta pasión. El único problema es que la fórmula narrativa seguramente tiene plazo de caducidad a fuerza de reiteración. Y lo más probable es que esté a punto de llegar. El país.com/cultura
Maravillosa Mercedes Sampietro y Aina Clotet, indiferente la interpretación de Alex Brendemühl y soberbia actuación, aún sin abrir la boca, de Montserrat Salvador. Película de detalles, de personajes, de tomar decisiones o que las tomen por tí y sus consecuencias, de dolor, separación, cariños, engaños, manipulación, control, de cielos grises no siempre tendientes a color azul. De la vida y sus juegos, de la tortuosa línea que nos guía día a día y nos permite vivir, mejor o peor, pero hacerlo. Habla de la soledad, se sentirse sola aún en compañía...
La música hace de perfecto acompañante y hace que se multipliquen los sentimientos.
Recomendable por sus actores, no tanto por el guión.
A mi me gustó mucho... Coincido contigo en casi todo menos en lo de Alex Brendemühl... (a mi sí que me gustó).
ResponderEliminarUn beso.
Por fin he encontrado un hueco para enlazarla y ya consta en la columna de la izquierda del blog para mi mejor facil acceso
ResponderEliminarbesos